sábado, octubre 16, 2010

Rush en Chile ¡MAGISTRALES!

  • En los últimos años nos han visitado las mejores y más grandes bandas de rock del planeta con impresionantes puestas en escena, pero lo que Rush entregó el domingo 17 de octubre en el Estadio Nacional de Santiago fue sencillamente a otro nivel.

El trio canadiense llegó por fin a nuestro país bordeando los 40 años de trayectoria, pero la espera valió la pena, pues Lee, Peart  y Lifeson entregaron un espectáculo que no tiene comparación alguna. La puesta en escena, el despliegue técnico, la calidad del sonido, el concepto y sobretodo la interpretación musical, dejaron a los 40 mil asistentes extasiados de música, y de la buena.

A las 21 horas en punto se apagaron las luces y comenzó la introducción al recital con un cortometraje que simulaba los inicios de la banda en un boliche de mala muerte, tocando The Spirit of Radio erráticamente y con un peso y sonido de principiantes que poco a poco agarró el poder necesario gracias a la activación del botón mágico. Fue en ese entonces cuando el trio en pleno aparece sobre el escenario y el Estadio Nacional simplemente se vino abajo.
Los miles de fieles que llegaron al coliseo de Ñuñoa no daban crédito de estar cara a cara con Rush, el sueño ya se hizo realidad y sólo había que disfrutar de las 3 horas de espectáculo que tendríamos por delante.
Desde un principio los norteamericanos dejaron claro que cerrar la gira en Chile significaba dar lo mejor en el escenario, y literalmente le prendieron fuego. En tanto la fanaticada hacía lo suyo desgarrando las gargantas para llegar a los tonos de Lee y saltando sin cesar bajo las hipnóticas notas del trio. La cancha poco a poco se convertía en una olla a presión.

La intensidad continuó con Time Stand Still, Presto, Stick It Out, Workin´ Them Angels, Leave That Thing Alone, Faithless y BU2B, seguidilla que nos entregó una sobredosis de talento para dar paso a la maravillosa Freewill.  A esas alturas Chile estaba rendido a Rush, admiración que aumentó con Marathon y Subdivisions, para cerrar una primera parte que ya tenía a los parroquianos tocando las puertas del cielo gracias a estos dioses del rock.

20 minutos de descanso para los músicos y  público que sirvió para recuperar fuerzas y comentar los pormenores como el homenaje en pantalla y discurso a los 33 mineros víctimas y todo eso que ya bien conocemos.
La máquina del tiempo poco a poco iba pasando de la década de los setenta a los cambiantes 80 hasta que llegó a 1981 y se vino lo mejor del show, la segunda parte cargada de clásicos y más y más talento sobre el escenario. El disco Moving Picture fue interpretado en su totalidad, debo decir que personalmente Peart me tenía hipnotizado con su performance en los tarros, intentando descifrar como tocaba cada figura en esa batería interminable, y por su parte el viejo Alex poniendo en jaque la resistencia de la Time Machine con solos de guitarras celestiales, o infernales según se mire o se sienta, que al escucharlos con los ojos cerrados daba la impresión de estar bajo la grabación digital y perfecta del estudio, pero no, el hombre hacía su pega en vivo y en directo, siempre regalando una sonrisa a la hinchada que los idolatró cada vez que rasgó las cuerdas de su guitarra.

Tom Swayer, YYZ y Closer to the Heart, colmaron corazones y acrecentaron fidelidad a Rush, un discazo interpretado en directo, un regalo a los años de espera que fue coronado con Caravan, tema que será parte de su próximo disco y que refleja el excelente momento que vive la banda y el regreso a los más pesado, rockero y grandilocuente de los originales de Toronto. 

Como si lo anterior no bastara, Rush nos tiró encima la Overtura de 2112, Temples of Syrinx, Far Cry para rematar con el mejor tema instrumental de todos los tiempos, La Villa Strangiatto y la tremenda Working Man, que fue un cañonazo lleno de poder donde los músicos terminaron por dejarlo todo, absolutamente todo sobre el escenario.

Sería todo, se baja el telón y el espectáculo termina con una recreación de dos fanaticos que entran con pases falsos al camarin de los músicos con la idea de obtener un autografo de cada uno de ellos, que luego de ciertos dialogos obtienen lo que querían terminando con la frase "ellos son gente normal, como nosotros". Pero a decir verdad, de aquello no estoy tan seguro. Ellos no son normales.













GALERÍA FOTOGRÁFICA



























 Fotos: Ignacio Paz.

No hay comentarios.: