
El 10 de noviembre pasado, el barrio San Diego de Santiago parecía una escena sacada de los años 80, cientos o miles de metaleros sobre los 30 años colmaban las calles con sus antiguas chaquetas de mezclilla, jeans ajustados y las viejas espalderas propias de la época, haciendo de la fauna un espectáculo de antaño.

Cuarenta minutos antes que los norteamericanos entren a escena, el recinto era una caldera, el ambiente estaba cargado de testosterona combinada con litros de cebada y sólo bastó que Scott Ian y Joey Belladona, se suban a las tablas para encender el fósforo y explote la energía acumulada en los impresionantemente dementes thrashers chilenos.

Caught in a Mosh, no hizo más que echar bencina a la hoguera, el mítico teatro simplemente se vino abajo y desde el último perico de lo más alto de la galería, hasta el metalero que estaba aplastado contra la reja que separa del escenario movía su cogote como si fuera la última oportunidad en la vida para hacerlo.
Got the Time, Madhouse, Be All-End All, dieron paso a la clásica Antisocial ¡¡PUTA LA SEGUIDILLA DE TEMAS BUENOS Y PODEROSOS!! a estas alturas daba lo mismo que grado de fanatismo podía tener unos u otros frente a la banda, era el momento de disfrutar de una auténtica noche de Thrash Metal, como la que nos había regalado Megadeth hace unos meses atrás en el Arena Santiago, de aquellas jornadas al natural, sin pantallas gigantes, explosiones ni robots dando vueltas por el escenario: sólo los amplificadores, la banda y el público.
A esas alturas Ian ya había prometido que para la próxima volverían con el Big Four Tour provocando la ovación del respetable ¿pero para qué? ¡dejemos a Metallica fuera! que vengan los de verdad, los que fueron, son y serán thrashers por siempre, sin adornos ni baladas para niñitas ¡¡queremos otra gran jornada sólo para machos con metal y cerveza! así de simple.



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