- Cada tanto, ídolos se van de este mundo dejando escenarios vacios y micrófonos sin voz, hoy es un día de aquellos, en que comenzamos a despedir y rendir homenaje a Ronnie James Dio.

La primera vez que visitó Chile fue en 1995, donde compartió escenario con otros grandes como Bruce Dickinson y Scorpions, pero fue él quien dictó clases sin ser el número principal. Luego vino a entregar su música en 3 ocasiones más, la última de ellas con la formación de Black Sabbath de comienzo de los ochenta conocida hoy como Heaven And Hell. Pero fue en 2006, cuando ofreció uno de los espéctáculos más sobervios que se hayan visto en materia de Heavy Metal clásico por estas tierras. El tour que ofrecía el disco Holy Diver en su totalidad más otras joyas de su repertorio llenó el Estadio Victor Jara en Santiago, y como no podía ser de otra manera fue una ocasión propicia para que el grupo de amigos nos reuniéramos en torno a unas cervezas y enfiláramos a la cancha para ser parte de ese capítulo en la historia de los grandes recitales en mi país. Y no nos equivocamos, fue una jornada inolvidable, uno de mis recitales TOP TEN, y no temo en asegurar que seguirá en ese selecto grupo por siempre.
A veces hay presentaciones que en su totalidad hacen de un recital especial, en ocasiones el público, en otras la parafernalia. En esa oportunidad fue la mancomunión entre banda y fanaticada y la admiración de los seguidores a una leyenda como Ronnie, pero más aún fue uno de los momentos más especiales e inolvidables que he tenido: sonaba Long Live Rock and Roll, ya bastante avanzado el recital y los corazones se llenaban de música, melodías y emociones; los cinco amigos que ahí estábamos nos abrazamos en la mitad de la cancha, justo frente al enano maldito coreando a todo pulmón ese grito de guerra rocanrolera, esa frase que es un plegaria, un estilo de vida un grito al mundo, una declaración de principios hecha música: ¡¡¡LARGA VIDA AL ROCK AND ROLL!! ¡¡¡LARGA VIDA AL ROCK AND ROLL!! con una enorme sonrisa dibujada en nuestros rostros y con la imagen de la amistad de años musicalizada por Dio y su arte. Un postal, unos minutos únicos e irrepetibles, un momento que hizo de ese recital algo diferente a cuaquier otro y que hoy seguimos recordando como si fuera ayer.

YOU ROCK! WE ROCK!!