miércoles, agosto 25, 2010

Iron Maiden y The Final Frontier: El inevitable paso de los años.

Cada vez que la doncella saca un disco genera gran expectativa en la fanaticada, este año no fue la excepción sobre todo si consideramos el exitazo de la última gira mundial donde la banda nos rememoró sus mejores años en aquellos dos sendos recitales en nuestro país.

Así uno tiene la esperanza que recuperen esa energía y sonido que los hizo grande, pero al escuchar la última placa, The Final Frontier, todo aquello se disipa en una cortina de humo que se la lleva el viento. Al igual que al anterior trabajo, sacaron al mercado un puñado de temas fomes, desaliñados y sin ninguna sorpresa o muestra que indique que vale la pena abrir la billetera para comprar esta placa.

No entiendo esa manía de hacer canciones interminables carentes de originalidad y de una clara falta de ideas. Se extrañan esos temas directos al mentón, con guitarras pesadas y bases demoledoras, que escuchamos por última vez con el regreso de Bruce en el Brave New Wolrd y en un buen porcentaje del Dance of Death. De ahí en más Iron Maiden comenzó un viaje por un sendero hacia la oscuridad aparentemente sin pasaje de regreso.

Hoy ni siquiera se justifican las tres guitarras, no se notan, no le dan potencia a las nuevas creaciones, la batería si bien Nicko la ejecuta cada vez mejor y nos entrega detalles y técnicas notables, en general trabaja con las mismas figuras de siempre y que decir del gran Bruce, que luce una voz gastada sin dinámica ni fuerza interpretativa.

El sexteto intentó hacer otro disco con dirección a un heavy metal progresivo, muy ambicioso para tantas limitantes.

Es verdad que uno a Maiden lo respeta y es probable que hasta le perdonemos estos deslices y más aún que corramos a la boletería cuando anuncien visita por estos lados, pero más allá del fanatismo, hay que ser claro a la hora de catalogar este disco como MALO Y ABURRIDO, y en ese contexto como hinchas de este legendario equipo tenemos todo el derecho a exigirles que hagan un buen disco de una vez por todas y que den ganas de comprar el original. Mientras tanto me conformo con bajarlo, escucharlo un par de veces más y luego hacerle un respaldo para dejarlo acumular polvo junto al Virtual XI y al A Matter of Life and Death.

Los años se sienten, hoy ni siquiera escandalizan a las viejitas de la iglesia de mi barrio, hasta el diablo los dejó de escuchar.